la salida de la burbuja
Se acabó el consultar internet a diario, la comidita menos picante, el hervido para cenar, la fruta pelada, el aceite de oliva, cuchillo y tenedor, sentarse en el wc, el wc, el español a diario, el catalán a menudo, el telugu conchan conchan, los tirantes por la noche y la falda más corta los domingos; echaré de menos a Abdul, a Rayama, a Sujata, a Rani, Ravi, Chiamala, Sreenevas, Eswarreddy, Panirallarao, Saocatali y Tipesuomi, por no hablar del resto de los españoles; el colchón duro, las sábanas limpias, las hormigas del baño, el baño en el cuarto, el cuarto con “verandah” y sus sentadas nocturnas para arreglar el mundo; la guitarra acústica que encontré en la cantina, las partituras, el curso de tarot, el de alambre, el de yoga, la costura y sus costureras, adhomukha svanasana, shirshasana y la sección de ejemplares en español en una biblioteca de la india; desde los 3000 m de Manali, en los Himalayas, es posible que eche de menos los 45 grados de ayer, el agua hirviendo de la ducha, el “no corre ni pizca de aire” o la tostadora que tenemos por cama (cada noche vuelta y vuelta); pero sobreviviré...
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