El caracol
La mañana estalló en mi corazón; rápidamente comprendí
que mi gozo era como la gracia contráctil del caracol,
entrar a un antro rumoroso al que está adherido el cuerpo,
refugio y sostén.
Era como un incendio sentir la mañana en su plenitud,
tanto como recogerse uno dentro de uno,
en una caparazón.
Entonces se ve cómo arde el corazón por dentro y por fuera.
Tal era la mañana brillando al trasluz
igual al caracolillo que yo veía deslizarse lentamente
sobre las piedras.
Alzaba rutilante sus cuernos.
De pronto se encogió y quedó inmóvil dentro de sí.
Y aquello era como defenderse o morir: un éxtasis.
Emilio Sosa Lopez
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