desdelaindia

a veces parece que llegué ayer... y a veces se me olvida que estoy en India...

jueves, agosto 03, 2006

The kalam revolution

Desplazarse a Kattike no sólo supone coger un par de autobuses y caminar media horita montaña arriba, montaña abajo... supone también un viaje en el tiempo, y es bonito que así sea. De alguna forma uno tiene la sensación de revivir tiempos remotos que no nos tocaron pero que escuchamos cientos de veces de nuestros padres y abuelos: la criba del arroz antes de cocinarlo sobre las bandejas de mimbre fabricadas a mano, el lavado de la ropa sobre la superficie lisa de la piedra, la piel disecándose de un animal junto al porche de lo que parece ser el establo, los niños chapoteando en los charcos que ha dejado este monzón caprichoso y los hombres que caminan bajo la lluvia como si ésta no fuera con ellos, la vida que empieza con el sol y se esconde en cada casa cuando la luz natural deja de iluminar las calles sin asfaltar, carentes de aceras y farolas.
.
Las nuevas tecnologías no han llegado a Kattike a pesar de ver colgados cds de los soportales de algunas viviendas para espantar a las aves. Pocos deben saber que estos discos de plástico plateados sirven principalmente para reproducir sonidos como lo hace una flauta, una guitarra o un simple tambor. Tampoco yo sabría diferenciar los aperos y utillaje de labranza. Ni sé muy bien como moverme en la oscuridad de Kattike a partir de las ocho. Ellos caminan como si conocieran cada piedra, cada desnivel, cada salto en el camino.
.
El termino de Kattike es amplio, viviendas diseminadas entre árboles frutales y campos de maiz, caminos estrechos entre arrozales y muchas aves. El pueblo es una calle inclinada de poco tránsito a la que vuelcan la mayor parte de las viviendas, sin orden aparente y separadas todas ellas por corredores a las traseras. Pocos vecinos aprovechan la pared medianera adyacente para levantar sus casas. Las más antiguas son sencillas, de piedra, adobe y madera, resistiendo con dignidad el paso de los años, aunque desafortunadamente ha llegado el hormigón a este pequeño pueblo y en las rehabilitaciones y ampliaciones se ha utilizado este nuevo material.
.
Las gentes son sencillas, nos miran pero sólo los pequeños se atreven a preguntar. Quieren saber de dónde venimos, cómo es nuestro país y si nos gusta el suyo. Cuando les dices que sí, que te encanta Nepal, se muestran orgullosos y sonríen mirándose los unos a los otros. También les gusta que les fotografíes. Te desafían mostrando nuevas caras, posturas recreadas de algún comic o revista, y cuando descubren la posibilidad de verse al instante en nuestras cámaras digitales se mueren de la risa. Carcajadas.
.
Visten ropas que parecen traidas de otro tiempo. Las niñas, vestiditos remendados de volantes y puntillas, trenzas despeinadas con lazos blancos o azules y esas miradas que son mezcla de ingenuidad y picardía. Los niños, pantaloncitos sin cremallera, sandalias varias tallas más grandes y cicatrices en las pantorrillas. Los hombres más ancianos lucen el reloj parado, fuman sus cigarrillos sin boquilla y llevan la barba de muchos días. Las mujeres son bellísimas. No paran... las mujeres trabajan...
.
En la aldea de Kattike son todos Tamang, pueblo adscrito a la casta de los Shudra, la segunda casta más baja en el sistema de Varna Hindú. Sin embargo, es probable que el primer sistema de castas establecido sobre la faz de la tierra sea la diferenciación entre hombres y mujeres, sistema que aún hoy se mantiene incluso en nuestra sociedad "avanzada". Actualmente los tamang siguen siendo discriminados por las élites gubernamentales. Así que en el valle de Kathmandú, independentemente del apellido, la condición de mujer las sitúa en una casta más baja que tus conciudadanos, o que sus "concastianos" en este caso. Ni siquiera tienen los mismo derechos, gozan de menor consideración dentro de la sociedad e incluso la esperanza de vida de éstas es inferior.
.
En las ciudades la situación pasa más desapercibida, pero en el entorno rural es habitual encontrar a las mujeres cultivando las tierras, las mujeres barriendo las calles, las mujeres recogiendo la hierba para el pasto del invierno que viene, las mujeres conduciendo el ganado, las mujeres cocinando mientras cargan a los niños sobre sus regazos o les dan de mamar. La vida no es fácil para las mujeres de este país.
.
Dos terceras partes de la población analfabeta son mujeres rurales a las que no se les valora un trabajo que supone el pilar de la producción, sustento y fertilidad de la biodiversidad en todos los rincones del planeta. Las mujeres son las productoras de los principales cultivos básicos, representando el 90% de la mano de obra.
.
A veces pienso que un día, aquí como en la India, las mujeres decidirán hacer una huelga de brazos cruzados. "Ya está bien!, no trabajo más!"...
.
No sé que harán los hombres ese día pero, o se ponen las pilas o se les hunde el país. Ni maoistas ni brahmanes ni monarcas, las mujeres son el verdadero motor que puede cambiar este mundo. Sólo necesitan un empujón. Tienen las herramientas, son fuertes, sensibles e inteligentes, sólo les falta el empujón, ese que hace que las cosas cambien de un día para otro, cuando menos te lo esperas. La revolución...
.
Articulo publicado en el Boletin de The Direct Help Foundation
The kalam revolution es un proyecto que no sería posible sin la financiación que se hace desde España a través del apadrinamiento de niños, entre otras ayudas. Se está llevando a cabo en Kathmandú y el principal objetivo es la alfabetización de las mujeres, indispensable para el desarrollo del país. Podéis encontrar más información en:

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Cuidado con esta gente, que no es muy de fiar

12:12 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home