reviviendo experiencias... (se puede substituir la palabra 'autobus' por 'tren'... sigue vigente la aplicacion de 'autobus' en cualquier caso...)
Cuando uno viaja en autobús por la India se puede permitir el lujo de convertirse en un ser egoista y despiadado. Eso o morir en el intento. Y es que la llegada del autobús supone una movilización tal, que uno ha de sacar uñas y dientes para encontrar un lugar donde apoyar al menos la mitad de la mitad de una nalga, un costado, un antebrazo, o sencillamente asirse de la barra, banco o cinta más cercana. Y de paso, tomarse la licencia de "desmontar" la mochila y dejarla descansar en el pie, propio o vecino.
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La subida es lo más duro. Todos corren a hacinarse frente a las puertas sin dejar espacio alguno para la respiración. Es como estar debajo del agua. Tomas aire y te metes en el mogollón. El señor de la gallina se mete por la derecha. Mochilazo por su izquierda. Pisotón tras retroceso inesperado (las puertas abren hacia fuera, abatidas 180 grados... todas son así, todos lo saben, pero igualmente se amontonan frente a ellas antes de abrirlas, manualmente, por supuesto). Y de nuevo intromisión de un nuevo sujeto, mochilazo por la derecha. Codazo. Pisotón. Y te mantienes firme, levantando ligeramente el pie pisado, soportando la tensión del que pisa pero asegurándote el trocito de suelo ocupado. Empujón por detrás. Empujas hacia atrás. Recuperas la vertical, empujas hacia delante. Escupe el acomodado del asiento delantero por la ventanilla. Lo esquivas. Lo recoge el niño que han apoyado en tu mochila. Haces lo posible por evitar el contacto con el líquido proyectado. Empujas de nuevo.
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Entonces, apoyas el pie en un escalón y buscas asidero que sirva de auxilio para elevar el peso propio, más el de la mochila, más el del cansancio, y de paso sacarte el niño de encima. Codazo otra vez al colón de turno que busca incorporarse a la fila donde no toca. Sonrisa. Disimulo y para arriba! Descargas la mochila en mitad del pasillo haciendo tapón y así tener unas milésimas de segundo para buscar ávidamente un pequeño espacio de aire en el que acomodarte (antes de que alguien sin muchos escrúpulos pase por encima de uno), a poder ser rodeada de mujeres. Y, si me apuras, sentada, mochila en mano y lejos del pasillo (esto es para evitar la sentadilla del cobrador en el hombro mientras reparte los billetes)
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Objetivo cumplido! pagas, te coges fuerte de las barras, de la ventana o de lo que tengas a mano y a disfrutar del trayecto... lo emocionante empieza ahora.
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La subida es lo más duro. Todos corren a hacinarse frente a las puertas sin dejar espacio alguno para la respiración. Es como estar debajo del agua. Tomas aire y te metes en el mogollón. El señor de la gallina se mete por la derecha. Mochilazo por su izquierda. Pisotón tras retroceso inesperado (las puertas abren hacia fuera, abatidas 180 grados... todas son así, todos lo saben, pero igualmente se amontonan frente a ellas antes de abrirlas, manualmente, por supuesto). Y de nuevo intromisión de un nuevo sujeto, mochilazo por la derecha. Codazo. Pisotón. Y te mantienes firme, levantando ligeramente el pie pisado, soportando la tensión del que pisa pero asegurándote el trocito de suelo ocupado. Empujón por detrás. Empujas hacia atrás. Recuperas la vertical, empujas hacia delante. Escupe el acomodado del asiento delantero por la ventanilla. Lo esquivas. Lo recoge el niño que han apoyado en tu mochila. Haces lo posible por evitar el contacto con el líquido proyectado. Empujas de nuevo.
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Entonces, apoyas el pie en un escalón y buscas asidero que sirva de auxilio para elevar el peso propio, más el de la mochila, más el del cansancio, y de paso sacarte el niño de encima. Codazo otra vez al colón de turno que busca incorporarse a la fila donde no toca. Sonrisa. Disimulo y para arriba! Descargas la mochila en mitad del pasillo haciendo tapón y así tener unas milésimas de segundo para buscar ávidamente un pequeño espacio de aire en el que acomodarte (antes de que alguien sin muchos escrúpulos pase por encima de uno), a poder ser rodeada de mujeres. Y, si me apuras, sentada, mochila en mano y lejos del pasillo (esto es para evitar la sentadilla del cobrador en el hombro mientras reparte los billetes)
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Objetivo cumplido! pagas, te coges fuerte de las barras, de la ventana o de lo que tengas a mano y a disfrutar del trayecto... lo emocionante empieza ahora.
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(pensaba en este post cuando viajaba en tren anoche y quise recordarlo... creo que me quedo corta...)
8 Comments:
creo que lo has recordado muy bien , daod que aún siento el codazo que me dieron cuando viajab por las calles hindues junto con tus visiones, je, je.
Esta aventura cada día se torna mas interesante y enigmática, gracias por el viaje!!!
Saludos!
Evidentemente no es para tanto en mi caso, pero casi que puedo revivir mi día a día en el subte o el colectivo, ese viajar como ganado, esa... cosa horrible del transporte público.
Sí, se padece a diario; por lo menos no nos cobran impuesto al idiota.
Saludos!!
... uno se acostumbra a todo o a casi todo, pero es cierto que el concepto de espacio se torna bien diferente en India... 1300 millones de indios son muchos indios... hasta en mitad de la nada encuentras indios... espacio fisico, creo que es lo que peor llevo, porque si a todo esto le incluyes un calor de mil demonios el agobio se multiplica por diez!
besitos
Buenisimo este post. Como se puede viajar asi y no morir aplastado? Me parece increible. Por cierto, las fotos recien las veo ahora incorporadas.
Me has recordado a Egipto... pero ahora veo que lo que me espantaba no era tanto!!! Claro que yo ni me atreví a coger los autobuses, eso de cazarlos al vuelo me parecía incompatible con lo de no morir en el intento!!!
Besos!
Ainch.... que me gusta mucho la India y aún no he ido.
Deja que me cuele en tu blog para "tocarla" un poco...
De momento, cogí el autobús, aunque, tienes razón, casí no cabía...jeje
Gracias
Joer, Sonia, eres una superviviente! ¡Buf!
Un abrazo
claro que si! namaste!
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