Cansadas ya de mis pies, cansada ya de arreglarlas...
Creo que lo que realmente enojó a mis sandalias rotas no fue que las dejara en la habitación del Hostal de Calcuta en lugar de traerlas a Varanasi, ciudad sagrada donde su muerte se habría visto envuelta de un halo de misticismo y espiritualidad que ellas, que son bien indias, habrían agradecido. El verdadero enfado se debió a la sustitución de éstas por unas sandalias comunes de goma que compré en el mercado por tan sólo 20 rupias. Desmerecidas se sintieron, y no es para menos... Cuando la industria ocupa el lugar del artesano, no hay competencia posible de no ser por el valor, la calidad, la calidez y la exclusividad de lo hecho a mano... Y no es que yo no valorara mis artesanas sandalias... pero veréis...
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Recien llegada a Bombay imaginé como serían mis sandalias nuevas, y en cuanto tropecé con un zapatero las dibujé en la última hoja de mi libreta-diario y le expliqué detalladamente cómo las quería. 220 rupias de sandalias. El zapatero regentaba una pequeña tienda callejera consistente en una alfombra de mimbre, una sombrilla de playa y unos cuantos bártulos de zapatero que cabrían en el maletín de un médico. Al día siguiente a la misma hora calzaba orgullosa mis sandalias de cuero con hebilla y marchábamos juntas rumbo a Gokarna, Anantapur, Hyderabad, Nagpur, Bhopal, Manali, Rishikesh... hasta Nepal me acompañaron mis sandalias... por carreteras, caminos, playas, montañas, monzones, incendios caseros y demás accidentes cotidianos tipo pisotones... Y ellas cada vez más duras, llevándome a todas partes como las botas del gato, los zapatos rojos de Karen o las catiuscas del que chafardea en los charcos.
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Pero todo tiene un límite: Hemos cambiado dos veces de suela, tres veces de hebillas, y demasiadas demasiadas veces hemos remendado las cintas por el tirón de algún mal paso dado, y es que camino rápido y segura pero con mochila o esquivando indios pesados voy dando trompicones.
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Quizá se hayan reencarnado en nuevos zapatos. Quizá sean ahora las sandalias de un niño, el llavero de un gigante o la suela de unas botas. Sea como sea éste es mi homenaje a mis sandalias, tras 8 meses bajo mis pies. Más bonitas, más sostenibles y más ecológicas que mis nuevas sandalias de goma... Lejos de apegos caprichosos, las echaré de menos...
10 Comments:
Pobretas!!! Aunque visto lo visto la verdad es que se comportaron como unas jabatas....
Besos!
y tanto que si, caminas fuerte, estoy seguro de ello. Bonitas sandalias en cualquier caso.
Yo soy de esa clase de gente que, vaya uno a saber por qué motivo, se suele encariñar con ciertas prendas. Aún estoy llorando una remera blanca, sin mangas y con unos cuantos agujeros además de los que se usan para pasar la cabeza y los brazos, y sobre todo, con la tapa de Abbey Road de los Beatles estampada; además, esta queridísima prenda me acompañó a los tres shows que McCartney dio en Buenos Aires... Hace un par de años fue cobardemente tirada a la basura por mi madre (me cuesta llamarla así cuando pienso en lo que hizo), con la complicidad de una que anda blogueando por ahí.
Perdón, pero al recordar esto no puedo más que ponerme del lado de tus sandalias, no merecían ese desprecio.
A pesar de todo, quiero que sepas que aún te aprecio, sólo espero que medites tu actitud y no repitas esto en el futuro.
Besos!!
Estoy impresionado, aunque queda feo sin leer el blog en busca de la respuesta, te digo: ¿Qué haces en India? Me resulta muy interesante. Y tus sandalias muy auténticas. Saludos!
sonia, te han acompañado todo lo que pudieron, cumplieron su ciclo, deja que otra sandalias te acompañen, quizas un pedacito de las antiguas te queden de pulsera
saludos, boris
Estimada Sonia: te queríamos invitar a conocer y presentarle a tus congéneres el blog de nuestra Revista Descontexto (http://descontexto.blogspot.com), si es que llega a ser de tu agrado, claro está. Cariños desde Chile, un beso y mucha suerte.
Bello tu relato,llego aqui de la mano de Persio, y me gusta tu forma de escribir.
Un sentido homenaje a las abnegadas que te acompañaron durante tu viaje.
Sonia, has tocado algo cierto, me uno a tu homenaje, y puede ser que alguien las haya tomado y aun estén sirviendo en silencio a otro ocupante ignorante de los caminos que ellas han recorrido, y eso las haga rejuvenecer y empiecen otra vida caminando por nuevos sendas. Saludos
Demasiado tarde India Ning! pero como dice Sonia se portaron como unas jabatas, eso es cierto! siento haberte transportado a tan tragico momento, Eggy... y Biosofia, mira que te entiendo... lo siento Eggy! yo tambien te aprecio pero... que hago en la India? eso me pregunto yo a veces... lo cierto es que yo volveré algún día y ellas se quedarán allí, con su nuevo ocupante...
Abrazos!
Me encanto tu blog Sonia es la primera ocasión que estoy por aquí y woow ¡me pudo encantar! Me gusta tu narrativa, la forma en que llevas a tu lectura.
Muy grato seguiré leyéndote, saludos.
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