desdelaindia

a veces parece que llegué ayer... y a veces se me olvida que estoy en India...

sábado, abril 14, 2007

Me recuerdo ahora enumerando diferencias entre mi país y el país bajo mis pies, hace ya más de un año. La lista se hacía interminable... Las calles, los olores, el sabor del agua, el sabor de la piel, la sonrisa de los niños, los bigotes de los varones y sus camisas de rayas, los hombros ocultos de las mujeres o las pieles “remangadas” de los ancianos. Y cambiaba el bar, cambiaba la farmacia, las piedras del camino, el camino se torcía y las curvas se tomaban mal peraltadas. Y recuerdo mis recelos ante una fortuita caída por la carretera de Mumbay a Goa, la pereza ante el compromiso adquirido de llamar a mamá cada poquitas semanas, la ira por el trabajo mal repartido entre ambos sexos o la inseguridad con la que te enfrentas ante un nuevo reto.
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“... he sustituido el despertador por el canto del gallo, el café con leche por la leche con jengibre, comino, pimienta y canela, las seis y cuarto por las once menos cuarto, la playa con sombrillas por la playa con vacas, cuervos y toalla (la mía), el sonido de la ciudad por las olas del mar, la crema hidratante por la locion antimosquitos y el colchon de latex por la colchoneta en el corte de la roca... y los 13 grados por los 33, y los euros por rupias, y el abrigo por el pareo, las botas por descalza, el calcetin por la arena de la playa... y el agua caliente por las duchas frias...” escribía entonces…
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Tampoco allí encontraba espejos en los hostales, en los aseos de los bares o en los escaparates de los comercios, pero me decía que era bueno dejar de mirarse cada mañana y sentir la belleza o la satisfacción de uno mismo desde dentro, y es que mucho jacinto anda suelto...

Yo misma... Esta mañana miraba en el espejo la barriga afilada que despunta hacia mi ombligo y recordaba a una madre pariendo en el hospital de Bathalapalli, en Anantapur. Allí las mujeres paren sin médicos, sin epidurales, sin oxitocinas y sin episiotomías… allí las mujeres paren… Y cuando son asistidas por matronas, como la madre que yo “escuché” parir, sus partos son bellos, naturales, fruto de la propia naturaleza de la mujer. Ese “parir” supone una pieza más en su propia sexualidad, un instrumento que la hace mucho más fuerte… la prepara…

Dice Aitana Sánchez-Gijón en el reportaje de “El parto es mío” hace un par de semanas en El País Semanal: “Y sí, con dolor, un dolor natural que estás preparada para soportar. Transitar por ese dolor, vivirlo conscientemente, es un privilegio, y me ha hecho más fuerte”

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Meses más tarde aprendí a enumerar semejanzas… esto me permitió acercarme a todos un poco más...